Tras la conmoción generada por el caso del bebé que fue encontrado muerto en una letrina donde habría sido arrojado por su propia madre poco después del nacimiento, MDA Noticias recopiló la palabra de especialistas de la salud mental. ¿Por qué una madre puede cometer un acto irracional y criminal contra su propia descendencia?
Consultado sobre si pueden estas mujeres ser declaradas inimputables en juicio o saben realmente lo que están haciendo, el doctor Daniel Alejandro Navarro – jefe de sección del hospital psiquiátrico Borda, médico consultor en psiquiatría y psicología médica, y especialista en medicina legal forense- aseguró que la declaración de inimputabilidad no se corresponde con un acto o con un cuadro psiquiátrico, sino que surge de evaluar que en el momento del hecho la persona no haya podido -ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconsciencia, error o ignorancia de hecho no imputables- comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.
«El punto es si comprendía o no lo que hacía. Si una persona realiza un acto homicida y luego elabora un plan para eliminar el cuerpo y las huellas que lo comprometen, significa que comprende el acto que ejecutó y las consecuencias jurídicas del mismo que intenta evadir, lo cual la ubica como alguien con capacidad para comprender el delito cometido», sostuvo el profesional.
En ese sentido, también brindó su opinión el doctor Juan Eduardo Tesone, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Sociedad Psicoanalítica de París; quien dirigió durante once años un centro de psicoterapia de niños y adolescentes que habían padecido violencias físicas y/o sexuales en la capital francesa y autor del libro En las huellas del nombre propio. El psicoanalista aseguró que el tan mentado instinto materno no existe y que ser madre no es una institución, sino una función que consiste en brindar al niño afecto, cuidado y protección, permitiéndole desarrollarse en la armonía y en la tranquilidad de dicho cuidado.
«No siempre los padres biológicos o, eventualmente los adoptivos, tienen dicha capacidad. Socialmente se piensa en ellos como si fuera natural que les brinden amor a sus hijos. Pero lamentablemente el odio hacia su propia descendencia puede existir y es más frecuente de los que se piensa«, afirmó el profesional. «Los sentimientos ambivalentes pueden existir pero, obviamente, esto no quiere decir que se llegue a un crimen. Muchas veces el niño adquiere un valor persecutorio para el adulto que, o bien no tolera el llanto del pequeño, o, desde su delirio, piensa que pone en riesgo su propio equilibrio psíquico«.
Para el doctor Tesone se produce un malentendido extremo entre la demanda del niño y la respuesta del adulto, que solo lo es cronológicamente, y que puede tener una gran carencia afectiva y un psiquismo rudimentario, con escasa capacidad simbólica. «Cuando el niño llora -desde la vivencia de ese tipo de adultos- cuestiona su capacidad para criarlo, y desde estructuras de personalidad muy narcisistas y frágiles, se puede vivir ese llanto como un riesgo que amenaza su equilibrio. A veces, los padres intentan ahogar el llanto del chico en la medida que lo viven como un ataque a su propia integridad psíquica. El grito del pequeño es vivido como un riesgo para su precario andamiaje narcisístico. Ese tipo de adultos vive el llanto o, a veces, la mirada de un niño desde un delirio de persecución«, finalizó.