San Bernardo cumple 73 años

La gente se acerca al kiosco de diarios y revistas ubicado en Av. Chiozza al 2000, en la histórica Vereda Alta de San Bernardo, primer centro comercial de la localidad, buscando algo para leer, informarse y entretenerse. Lo que pocos saben, es que quien los atiende bien podría ser hoy la historia viviente del lugar.

Enrique Bernardo Parra, de profesión canillita por más de 53 años, es hijo del primer comerciante que se instaló allí a mediados de 1946, y es el primer bebé nacido en el lugar. “Aunque San Bernardo se fundó el 4 de enero de 1944, cuando mis padres vinieron, aquí no había nada. Vivían tan solo tres familias y de a poco fueron terminando de construir lo que se convirtió en el primer centro comercial. Ellos tenían el almacén de ramos generales -actualmente un locutorio- que también era nuestra casa”, nos cuenta.

Tres años después y en pleno verano, Enrique llegó al mundo allí mismo con la ayuda de un médico amigo de la familia que había venido de visita. “Siento que yo soy San Bernardo, nací en la Vereda Alta”, cuenta riendo y se entiende el motivo de su segundo nombre (Bernardo). Nos lo cuenta desde la Vereda Alta, justamente, el lugar que la gestión del intendente Juan Pablo de Jesús está poniendo en valor, con el objetivo de revalorizarlo como atractivo turístico y patrimonio histórico.

Hablar con un pionero de La Costa siempre es transportarse en el tiempo. Cada palabra se vuelve imagen. El esfuerzo realizado por aquellos primeros hombres y mujeres construyendo, de la nada misma, lo que hoy es esta hermosa localidad, provoca admiración.

“Recuerdo de chico, ver tractores bajando los médanos que llegaban hasta la calle Mitre, para nivelar, hacer las calles y asfaltar. San Bernardo fue el primer lugar en haber sido asfaltado, no solo de lo que hoy es el Partido de La Costa sino de toda la Costa Atlántica. El primer asfalto se hizo en la calle Carlos Chiozza, de Sur a Norte, y fue realizado el 16 de abril de 1946”, dice con orgullo y aclara: “Recuerdo la fecha porque el ingeniero que lo realizó me entregó, antes de morir, los documentos que acreditan la obra”.

Las vivencias de su infancia comienzan a aparecer en su memoria entre sonrisas y una emoción que atrapa. Mientras tanto, cuenta que en los principios, un pionero de Mar de Ajó de apellido Basso, que tenía una fábrica de hielo, fue quien se ocupó de hacerles llegar la luz por unas cuantas horas al día. Luego, este hombre formaría junto a otros, lo que hoy es CLYFEMA.

Lo único que tenían en el invierno para distraerse era el almacén de ramos generales y una pizzería llamada “El Caracol”, donde la gente se juntaba a jugar a las cartas o simplemente se reunían para hacerse compañía.

“Un día el lugar se colmó de gente. Yo era chico y recuerdo que todos estaban eufóricos, festejando algo. Le pregunté a mi padre que es lo que pasaba y me contó el motivo. Nos iban a dar luz por dos horas más. Ya no sería hasta las 22hs, sino hasta las doce. Eso nos cambiaba la vida. Diez minutos antes de la media noche, se hacían tres cortes pequeños para avisar que te acostaras o prendieras una vela”, dice Parra lanzando una carcajada.

Después de 73 años, San Bernardo sigue creciendo. Como buen canillita, Enrique habla con sus clientes y cuenta que los turistas están muy contentos de ver como está la localidad.

“Hay mucha gente que pasa un promedio de 8 a 9 meses viviendo acá. Eso quiere decir que se vienen haciendo las cosas bien. Ya tenemos una imagen de localidad con futuro de ciudad. Seré fanático, pero sólo por la fuerza podrían sacarme de aquí. San Bernardo es mi lugar en el mundo”, concluye Parra, que este miércoles 4 de enero festeja un nuevo aniversario del lugar que lo vio nacer.