La historia de Las Toninas en el testimonio de una pionera

Sentada bajo la arboleda de su casa, María Isabel Farías, no desentona con la belleza, tranquilidad y amabilidad que tiene Las Toninas. Su lugar en el mundo, tal como ella lo llama, siendo una de las primeras pioneras, María Isabel hace un repaso de la historia de la localidad que está cumpliendo 57 años de vida.

Corría 1947 cuando las hermanas Magdalena y Susana Leloir, dueñas del campo “El Tuyú” comenzaron a lotear un nuevo emprendimiento llamado “Balneario Las Toninas”. Al notar que las ventas del lugar no eran las esperadas, frenaron el loteo y decidieron iniciar la forestación de aquellos médanos inhóspitos, plantando álamos, pinos y lambertianas cuya belleza hoy puede contemplarse.

El 20 de febrero de 1960 reiniciaron el loteo y así dieron comienzo a la historia de esta apacible localidad. “Vivíamos sólo dos familias: nosotros llegamos al día siguiente que Don Alois Stoklasek y su hija Ana, quienes venían desde Mar de Ajó. Ellos instalaron su obrador en Costanera casi 40. Don Alois estaba a cargo de controlar las plagas, matar las hormigas y continuar con la forestación”, nos recuerda Doña Farías. “Sólo había campo y animales. Recién se estaba abriendo la calle 40 y donde ahora es la 23 llegaba el campo alambrado. Allí nosotros teníamos el obrador, ya que mi familia era la encargada de abrir los caminos”, agrega la hija de quienes abrieron los caminos de la localidad. O un pedazo de historia, a secas.

Oriundos de General Conesa, María Isabel llegó a los 4 años a Santa Teresita junto a sus padres, un tío y su abuela, en 1945. Fue así que los hermanos Farías, dueños de una empresa de movimiento de tierras, realizaron los primeros trabajos de aperturas de calles en la vecina localidad costera. Luego, con el surgimiento de Las Toninas, decidieron trasladarse en 1960 hacia estas tierras en busca de nuevos desafíos.

El tiempo ha pasado, pero Las Toninas, de flamantes 57 años, continúa creciendo: hoy cuenta con una sala de primeros auxilios, el Club Social y Deportivo, un nuevo Centro Cultural, un renovado Centro Integrador Comunitario (CIC) y hasta el Laberinto más grande de Sudamérica, orgullo del Partido de la Costa. Muchas obras realizadas con el apoyo e impulso de la Municipalidad de La Costa y de los vecinos que sienten a la localidad como su lugar en el mundo.

“Al principio no tenía mucho para hacer. Como no me dejaban trabajar me la pasaba andando a caballo, leyendo y escribiendo. Luego tuvimos un micro que nos llevaba gratis a Santa Teresita para realizar compras, ya que acá no había nada. Era muy divertido. Iba dos veces por día con mi perro Tony, bajaba en la 41 o en la 32 y 5, compraba algo y volvía”, rememora la pionera de Las Toninas.

Las Toninas tuvo en sus comienzos una usina propia que proveía de luz un rato por la noche por apenas tres horas. Para informarse, sus primeros habitantes escuchaban radio o traían los diarios desde Santa Teresita. “Si pagabas en forma mensual, cuando se podía, te traías la pila de diarios y te ponías al día”, relata entre risas María Isabel.

La entrada principal a Las Toninas fue en un principio la calle 40, luego vendría la apertura de calle 26, el ingreso principal de la actualidad. Farías recuerda además que en 1947, antes de su fundación oficial, se entraba por la calle del ferrocarril (construcción abandonada varios años antes) que atravesaba la 40 desde la cortada, terminaba en 23 y 26 y desde allí continuaba una huella de tierra hasta la playa. El camino finalizaba allí, en Costanera y 26, donde se encontraba la Hostería de Armando Nara, pionero libanés, quien abría sólo en verano para recibir a pescadores y a los buscadores de almejas, ya que en la zona se podían encontrar en grandes cantidades.

“Desde Mar del Plata venían los sacadores de almejas que paraban en la Hostería y otros armaban sus carpas en la playa. Dos veces por semana entraba un camión a retirar los cajones que sacaban. Ese camión servía también de transporte para las personas que querían viajar o para enviar mensajes de un lugar a otro”, recuerda María Isabel en compañía de su hijo, sus dos nietas y un bisnieto. “Amo haber crecido y formado a mi familia acá. Es un lugar que especialmente en los últimos años ha crecido y evolucionado mucho. Jamás podría alejarme de mi lugar en el mundo”, sentencia con su mirada clara.